miércoles, 24 de junio de 2009

¿Por qué tanta gente se desvive por ser famosa?


POR QUÉ TANTA GENTE SE DESVIVE POR SER FAMOSA
LA CIENCIA ESTUDIÓ CUÁLES SON SUS NECESIDADES PSICOLÓGICAS.
Millones de personas ambiciosas persiguen algo diferente del poder y del dinero. Quieren encender la mirada de los otros, entrar en un cuarto lleno de gente y sentir que la conversación se detiene. Están muy ocupados presentándose en programas de televisión, hablando de su último proyecto, como para satisfacer un deseo tan obvio que es invisible.

“Ser notado, ser requerido, ser amado, entrar en un lugar y que los demás se preocupen acerca de lo que uno está haciendo y hasta de lo que almorzó: eso es lo que la gente quiere –dijo Kaysar Ridha, de 26 años, uno de los recientes favoritos de la popular serie de la CBS Gran Hermano–. Es extraño, porque cuando la atención llega, la ironía es que uno quiere más privacidad.”
Durante la mayor parte de su existencia, la psicología ignoró la fama como motivación primaria del comportamiento humano: se la consideraba demasiado banal, demasiado mezclada con otros impulsos como para tomarla en serio. Pero en años recientes, un pequeño número de investigadores comenzó a estudiarla, midiendo sus efectos psicológicos y caracterizando a sus devotos seguidores.
Las personas que sienten un deseo abrasador de ser ampliamente conocidas por extraños son distintas de aquellas que buscan dinero e influencia. Su comportamiento de búsqueda de fama parece estar enraizado en el deseo de aceptación social, un anhelo de seguridad existencial.
"Estos deseos pueden hacerse más agudos en los últimos años de la vida, a medida que las oportunidades de lograr la fama decrecen, pero el impulso nunca muere, y cuando nos damos cuenta de que no vamos a alcanzarla en esta vida, encontramos otra ruta: la fama póstuma", dijo Orville Gilbert Brim, psicólogo que está completando un libro llamado El impulso a la fama .
La urgencia de alcanzar el reconocimiento social es evidente en todo el mundo, incluso entre gente para la que la dintición no es accesible o deseable. En los poblados rurales de la India, por ejemplo, se espera de las viudas que estén perpetuamente de luto, sean austeras en sus costumbres, apetito y vestidos; incluso así, ellas compiten, dijo Richard Shweder, antropólogo del departamento de desarrollo humano comparado de la Universidad de Chicago.

Quince minutos
En los centros urbanos, el impulso de sobresalir tiende a estar orientado a la celebridad. Estudios realizados en ciudades chinas y alemanas encontraron que el 30% de los adultos dice tener ensoñaciones rutinarias acerca de ser famosos, y más del 40% espera disfrutar una dosis pasajera de fama -sus "15 minutos de fama", como dice la célebre frase de Andy Warhol-, de acuerdo con los datos analizados por Brim.
Terapeutas e investigadores han seguido las huellas de esta ansia de renombre hasta sentimientos residuales de rechazo o descuido. Después de todo, la celebridad parece un bálsamo perfecto para la herida que deja la exclusión social o el abandono de padres física o emocionalmente ausentes.
Otro factor que también puede explicar el comportamiento de mucha gente que está preocupada por ser famosa es un sentido agudo de la mortalidad. En experimentos recientes, los psicólogos mostraron que, cuando se les recuerda que algún día van a morir, las personas se fijan en atributos que consideran centrales para su propio valor.
"Dada esta conciencia de nuestra mortalidad -dijo Jeffrey Greenberg, psicólogo de la Universidad de Arizona-, para funcionar con seguridad necesitamos sentirnos protegidos de este desafío existencial, sentir que no somos sólo animales materiales destinados a la obliteración de la muerte. Lo hacemos tratando de vernos como valiosos contribuyentes a un mundo significativo. Y cuanto más nos valoran los demás, más especiales y por lo tanto más seguros nos sentimos."

Metas inalcanzables


Las probabilidades de alcanzar algún grado de notoriedad -un Premio Nobel, un Oscar, una placa del Hall de la Fama- son tan remotas que no sorprende que las ambiciones frustradas resulten en un problema psicológico.
Richard Ryan, de la Universidad de Rochester, encuestó a 100 adultos, preguntándoles por sus aspiraciones, sus principios y valores, tanto como tomándoles tests cuantitativos de su bienestar psicológico. Los que se centraban en metas relacionadas con la aprobación de los otros confesaban niveles mayores de distrés que aquellos interesados en la autoaceptación y la amistad.
Otras encuestas conciden en que perseguir una meta tan elusiva como la fama es psicológicamente traicionero. ¿Y qué ocurre con los buscadores de fama que realmente pasan a través del espejo y lo logran? Los psicólogos parecen estar de acuerdo en que, a pesar de todas sus satisfacciones, la fama también puede devorar a sus fans.
Mark Schaller, psicólogo de la Universidad de la Columbia Británica, estudió las carreras de Kurt Cobain, Cole Porter y John Cheever. En sus trabajos, encontró que estos artistas empezaron a referirse más a sí mismos cuando se hicieron famosos. El aumento fue pequeño en el caso de Cobain, estrella del rock que se suicidó a los 27 años. Pero mucho más pronunciado en las canciones de Porter y en las historias de Cheever, que también contó que comenzó a beber más después de obtener un amplio reconocimiento.
Las personas famosas son forzadas a juzgarse a sí mismas a partir de los ideales establecidos por otros. "Y los ideales que los demás depositan en uno son enloquecidos -dijo Schaller-. Es virtualmente imposible alcanzarlos."
Nada de lo cual puede disuadirlo a uno de apoderarse de la sortija si se le da la posibilidad. Porque, ¿quién puede saberlo? La fama es caprichosa y su efecto en las personas es impredecible. Tal vez ésa es la razón de su atractivo aroma: sus secretos, sus alegrías y tristezas, la alquimia privada revelada sólo a aquellos para los que la puerta se abre.

Por Benedict Carey
Fuente: diario "La Nación"
Más información: www.lanacion.com