lunes, 29 de diciembre de 2008

Andres Calamaro y la polularidad




, nota de Sebastián Ramos De la Redacción de LA NACION


" Buenas y santas. Voy en una combi para Barajas y se mueve un poco el teclado (a pesar del impecable estado de estas carreteras y caminos). Si mi estación de wi-fi portable funciona, hoy mismo arrancamos contestando tema: Popularidad, populismo, popularia, pop... Porque, qué gruesa y delgada línea separa la popularidad del folklore, de la fama, del cariño y del respeto del pueblo, del éxito. A Gustavo Bazterrica le gustaba decir: «No somos famosos, somos populares». ¿Tendría razón el sabio vasco o sería un slogan? Por lo visto, entre la fama y la popularidad, preferíamos la segunda. Llegué al aeropuerto, después la seguimos. A." Andrés Calamaro escribe diariamente, aunque no necesariamente canciones, como uno podría imaginar con tan sólo revisar su abultada discografía. Escribe en su blog ( www.calamaro.com ) y escribe mails a manera de precalentamiento antes de encontrarse cara a cara con LA NACION: "¿Qué significa ser un artista popular? Yo prefiero otros términos, como «cantor de Buenos Aires». Aunque el artista popular tiene otra raigambre que la celebrity pura. Popular tampoco es pop... ¡y pop no sé qué es!". -¿Siempre buscaste ser popular? -La verdad es que nunca lo pensé así, el populismo y la popularidad son conceptos cuasi peronistas... Como búsqueda, prefiero el éxito, porque el éxito es más amplio y todos buscamos un poco de eso: un científico, un deportista. Si entendemos la popularidad como el cariño y el respeto del pueblo, entonces puedo aceptar la responsabilidad, aunque no creo que haya vivido buscando justamente eso. Cinco días más tarde, sentado en un pituco bar de Palermo, el mismísimo Andrés Calamaro en persona recuerda su viaje relámpago a España, donde promocionó la salida de La lengua popular firmando ejemplares en una tienda de discos: "Al principio me sentí un gil laburante, pero después me consolé pensando que Borges y Lennon también firmaban ejemplares y terminó gustándome más de lo que pensaba. La idea de enfrentarme con tantos celulares y cámaras digitales me enfermaba un poco, ¿no? Pero me di cuenta de que mirar a los ojos a la gente, darles la mano, escuchar lo que quieren decirme puede resultar profundo, ¿verdad?".

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