sábado, 25 de octubre de 2008

En busca de la mirada ajena

En la naturaleza hay especies animales solitarias y otras más gregarias.
Los seres humanos somos una especie que tarda mucho en madurar para autoabastecerse: somos los más lerdos de los monitos. Somos parientes cercanos de los simios, y como ellos, tenemos un arraigado esquema de organización social que intuimos como “el modo políticamente correcto de vivir “. Llevamos grabado en nuestros genes la noción de que estar en grupo garantiza la supervivencia. Y por eso entendemos que estar solo es peligroso.
Los monos viven en grupo. El mayor castigo al mono transgresor, el que se comporta de manera “antisocial”, es expulsarlo del grupo. Esto significa la muerte, porque un animal sólo en la selva termina siendo víctima de los predadores, ya que no cuenta con los gritos de alerta ante el peligro de sus pares , ni con la ayuda de los demás para acelerar la huida, para buscar comida o para espantar a las fieras. En la soledad de la ciudada moderna ocurre lo mismo. Si vives con alguien y suena el timbre, tienes a alguien que te advierte : “ No atiendas , que es el cobrador del club” . Pero si estás solo, abres la puerta pensando que es un amigo, y no tienes más remedio que pagarle la cuota al cobrador, lo que te duele igual a ser atrapado por un depredador selvático.
En el fondo de nuestro ser sentimos que la compañía significa seguridad y tranquilidad: hay otro más con quien gritarle a dúo al mecánico que te hizo un desastre en el motor del auto. Las mujeres solas conocen bien que diferencia hay entre llamar a un plomero preguntando cuando van a venir a reparara el caño roto y llamarlo mintiendo“pregunta mi marido cuando va a venir “ . El plomero accede a repararte un caño diez veces más rapido cuando sabe que hay dos del otro lado del teléfono . Asi que uno en el fondo sabe que la soledad equivale a chapalear tres semanas en una casa con un caño roto, para colmo sin que nadie se divierta con la patética escena. Como monos y payasos que somos, la soledad no es nuestro estado natural. Estar solo significa que nadie nos está mirando. Y a eso lo sentimos como un equivalente a “no existir”.Necesitamos de la mirada del otro para saber que existimos[1]. Que el otro nos registre nos hace sentir más vivos, y de paso nos indica cuando no combinamos bien la ropa, cuando tenemos el cierre abierto y cuando hay una mancha en la parte trasera del saco. De la importancia de la mirada del otro sale la importancia que muchos le dan al hecho de aparecer en televisión, que popularizó la frase “Si no estás en la tele, no existes “. Sentimos que el que está en la televisión existe más que los otros, porque es mirado por muchas más personas al mismo tiempo. Todo el mundo que no padezca una timidez patológica se muere por salir en la tele, porque a su vez a la gente le encanta conocer gente que sale en la tele. Si sales en la tele, te vuelvas mas popular, y ser popular significa estar más acompañado y que te ataquen menos leopardos en la selva , o que haya más gente que te avise que llegó el cobrador del club .
Los artistas famosos son los que más disfrutan de la fama. Se llenan de felicidad y adrenalina al estar enfrente de un montón de cámaras de fotos. Imagina lo diferente que es estar hojeando una revista sentada en el baño, a estar en un estadio aplaudida por 100.000 almas, como lo que habitaulamnete le sucede a Madonna en sus giras. Para los artistas es durísimo tener que bajarse del escenario para caer en la soledad de un hotel , o de su casa donde un marido indiferente le pregunta “ ¿Que tal te fue?” sin dejar de mirara la tele.Es por eso que tantas celebridades caen en problemas de drogas y alcohol para palira la soledada post show. ¿Qué sentido tiene el resto de tu vida después de que te han aplaudido diez mil personas? ¿ Que feedback social te compensa eso? ¿ Llamar a tu mami por telefono te lo compensa? ¡ No hay ser humano que pueda compensarte tanta atención toda junta! Y es por eso que tantos famosos se divorcian una y otra vez : ¡su pobre pareja no puede aplaudirlos con 5000 manos!
Es por esto que los antiguos romanos, a los héroes de guerra y los atletas olímpicos los llevaba a pasear en cuadriga por la ciudad mientras todo el pueblo los vitoreaba, mientras un hombre sostenía sobre su cabeza una corana de laureles y le susurraba al oído “ recuerda que solo eres un hombre , recuerda que sólo eres un hombre” . Todo artista sabe que si no mantiene un cable a tierra y la cabeza bien puesta en las cosas de la vida cotidiana, se le vuela el ego tan lejos que no lo puede alcanzar, y luego se arriesga a caer de demasiada altura, y a hacerse un tremendo daño con el golpe .

[1] Lo aseguran los filósofos Jean Paul Sartre y Marc Auge, entre otros.

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