domingo, 21 de septiembre de 2008

La fama no es puro cuento

Este es un cuento sin fama que creo que salió publicado en Planeta Urbano, allá por el 2000

Esa mañana al despertar, Carlos había descubierto que no era feliz.Desde chico había soñado con tener una vida extraordinaria, ser famoso, célebre, admirado, amado por miles de personas. Y apenas se las había ingeniado para obtener el cariño de una mujer, luego de lograr convencer a quien hoy era su esposa de que él era mejor persona que ese ex novio que la había torturado psicológicamente criticándole sus muslos durante dos años...Había soñado con tener una gran familia, muchos hijos, un lindo auto... pero en esa carrera por conseguir una 4x4, un cargo importante y una casa con jacuzzi sólo había conseguido una oficina de 2x2, una úlcera importante y una casa con goteras. Además, nunca había encontrado el tiempo para permitir que sólo uno en millones de espermatozoides tuviera la menor chance de ser alguien a quien decirle: “ Hijo, algún día todo esto será tuyo”.¿Qué podría decirle hoy al hijo que nunca tuvo? “ Hijo, algún día, todas mis fracasos serán tuyos”, eso le podría decir.Carlos había hecho todo lo posible por lograr una vida fuera de serie, pero sentía que debía conformarse con días en serie, mirando series por TV junto a una esposa seria, lo que le daba ganas de convertirse en asesino serial.Tenía ganas de abandonarlo todo, pero no tenía tiempo de hacerlo. Tenía suficiente dinero para vivir tranquilo durante años...a menos que comprara algo.Últimamente se encontraba fantaseando cosas raras: la última vez que había ido al Teatro Colón con su esposa, había sentido un impulso casi irracional por lanzarle los prismáticos por la cabeza al director, con tal de salir en los diarios. Después podía adjudicar el ataque al stress, pero seguramente se hablaría de él en todo el mundo “ Director de orquesta noqueado en Buenos Aires por espectador”. ¿No sería noticia de tapa?Otro día, en medio de una reunión de trabajo en la que su jefe intentaba demostrarle con éxito que era un inepto, se sorprendió pensando si no sería genial anunciar al día siguiente que camino a casa había sido abducido por un Ovni cuyos tripulantes le habían dado instrucciones precisas sobre cómo salvar el mundo. Pero luego pensó que tal vez la policía, la SIDE, la Interpol y el FBI lo someterían a un exhaustivo chequeo con un detector de mentiras, y que para pasarlo él tendría que creerse la historia al punto de caer en una psicosis grave que tal vez lo llevaría a compartir el resto de su vida en una clínica llena de gente que se cree Pipo Mancera, alimentado a polenta con Valium y suero endovenoso.En un viaje en subte tuvo una idea que lo encandiló tanto que le dio su billetera a un charanguista y se quedó con una moneda de 50 centavos. Decidió que sería posible lograr notoriedad pública si le encargaba una decena de obras de arte a un artista famoso con la condición de firmar él mismo las obras del pintor. Cualquier idiota es capaz de pintar cuadros, pero solamente un ser notable es capaz de venderlos. Después de todo, sería como ser un Mecenas, pero cargando con el peso de la fama del protegido. Claro que el protegido podía acusarlo de estafador o farsante, cosa que si no lograba silenciarse con más dinero, tal vez habría que silenciar contratando a un mafioso para que asesinara al artista, con lo cual la producción de cuadros llegaría a su fin, él no podría explicar por qué dejó de pintar y tampoco podría explicar qué hace un cadáver con boina roja y dedos verdes en el garage de su casa.Estaba tratando de encontrar un alicate en el cajón de su oficina cuando se le ocurrió otra idea brillante: toda persona notable y exitosa sale en televisión.¿Y acaso no hay decenas de programas de televisión adonde puede meterse uno para participar del programa en vivo? ¡Asistiría a todos y cada uno de los programas de televisión, se expondría a responder cuántas patas tiene una langosta de mar y en qué año se descubrió la penicilina y cuando viera que la cámara lo enfocaba , le tiraría un zapatazo en vivo al conductor o conductora de turno! Así, al día siguiente sería famoso en todas partes. O al menos, en PNP. Después lo pensó mejor : Chiche Gelblung, Jorge Rial, Susana Roccasalvo y Carlitos Monti lo llamarían para explicar lo sucedido y él se resistiría. Para vencer su resistencia le ofrecerían un buen dinero, cedería a la tentación , y a la noche Laura Ubfal contaría que “un alienado cobró un buen dinero por explicar en los programas de chismes de farándula por qué hizo pis ante las cámaras de televisión”. Entonces lo pensó mejor, y se dio cuenta de que tendría que justificar su enuresis como un problema prematuro de próstata. Le costaría horrores conseguir respeto público al mismo tiempo que notoriedad. Se vería obligado a salir a la calle con lentes oscuros y un gorro de Arlequín para no ser reconocido y para recuperar un poco de su vida chata pero normal. Pablo Echarri viaja cada tanto a España para recuperar el anonimato, pero quien mea en vivo , You Tube mediante se hace famoso hasta en Europa. En un último acto desesperado por salir de la norma, Carlos se rasuró por completo la cabeza. Nada sucedió. Sólo el ordenanza bromeó algo acerca de ahorro en champú. Entonces empezó a ir de sport a la oficina. A nadie le importó. Luego hizo todo al revés de lo esperado: le tiró avioncitos de papel a su secretaria, pidió pizza para el almuerzo en lugar de ensalada, leyó el diario en lugar de los proyectos , jugó al solitario con la compu en lugar de hurgar la web buscando ventas, llamó a un amigo de la infancia en lugar de llamar al distribuidor y -lo que fue peor – interrumpió todas y cada una de las cadenas de e- mails que recibió. Y a nadie le importó nada. ¿Qué tenía que hacer para que su vida fuera relevante en algún aspecto?Carlos se empezó a desesperar, y lloró... Pensó que los hombres fuertes también lloran.Pero supo que los realmente fuertes se ríen de los que lloran. Pensó en suicidarse. Pero no se animó, pensando que al morir tendría que explicar en el Purgatorio todo lo que hizo en la vida, y que tendría zafar diciendo: “Mí no comprender castellania”. Sin duda, Dios lo había señalado con el dedo...y se lo había metido en un ojo.Se consoló pensando que aunque su vida no fuera brillante, tendría un final feliz: se alegraría cuando terminara. Tampoco se animó a consultar a un analista: el terapeuta terminaría diciéndole que tal vez la vida no era para él.Recordó la frase de Woody Allen: “ La humanidad se encuentra ante una encrucijada. Una senda lleva hacia la total desesperanza; la otra hacia la extinción total. Recemos para que tengamos la cordura de escoger correctamente.”Carlos eligió la desesperanza, dado que está visto que ninguna guerra resulta la suficientemente eficaz como para extinguirnos del todo. El mismo día en que Carlos estaba al borde del abismo de la desesperación, su esposa le dio un empujón hacia adelante. Casi cae al vacío cuando ella le planteó que ya era hora de tener un hijo. El pensó que no estaba preparado para ser padre. Antes debía convertirse en un ser extraordinario, notable y célebre.¿ Qué futuro le daría a la pobre criatura? ¿Una vida normal, anónima, como cualquier otra, con un padre ignoto? ¡El bebé aún no había nacido y ya era un mediocre infeliz!Ella insistió tanto que se sometieron a todo tipo de estudios clínicos que determinaron que Carlos, al menos en un sentido, era un ser especial, distinto a todos: sus espermatozoides estaban comatosos. Los médicos les dijeron que por la edad de ambos, las posibilidades de tener un hijo eran casi las mismas a encontrar un pterodáctilo en la ducha. Les aconsejaron intentar inseminación artificial, cosa que mantuvo tan Carlos entretenido que sus fantasías de notoriedad fueron desplazadas por otro tipo de fantasías: soñaba con hacerse famoso recolectando semen en el Once, en horario comercial. Luego el médico le explicó a la esposa de Carlos que, para conservar la temperatura del semen hasta llegar al consultorio de inseminación, debía llevar el tubito dentro de su corpiño, entre sus pechos. Saber eso le bastó a Carlos para fantasear locamente durante tres meses con sólo mirar puestos de sandías en la Panamericana.Ya le habían explicado que si ese método no funcionaba, tendrían que congelar embriones. Carlos se aterró: ¿y si en el momento del implante, en lugar de descongelar el embrión de su hijo, por error descongelaban a Walt Disney , y luego él se encontraría dándole la mamadera a un señor de bigote entrecano que dibujaba muy bien, pero que tenía el mismo aspecto que un pavo descongelado de 80 kilos? Claro que como padre de Walt Disney sería mundialmente famoso...¡pero sería terrible tener que cambiarle los pañales geriátricos y soportar dibujos de Mickey Mouse colgados por toda la casa!Un día supo que su esposa por fin estaba embarazada. Pensó que para ser finalmente famoso bastaría con publicar la increíble noticia en un cartel publicitario de diez metros de alto en la Avenida 9 de Julio. Pero era época de elecciones, y el hecho de saber que compartiría cartel entre Paty y Patti, le hizo desistir en el intento.Después del parto, el obstetra puso a su hijo en sus brazos y le dijo:
- Lo felicito, es un bebé perfectamente normal.
Carlos miró al bebé, y miró a su esposa.
- ¿ Normal? ¡No es cierto!- dijo , impactado-¡ES EXTRAORDINARIO!
Entonces supo que la fama es puro cuento y que lo extraordinario es nacer, porque de cada cien millones, sólo uno lo logra. Y después de todo, sólo son normales las personas que uno no conoce bien.

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